Publicado por: Ángel Amilibia Hergueta | ISNI: 0000000517782974
Muchas personas se dan cuenta que miccionan orina con olor a amoníaco, un síntoma desagradable que no se debería pasar por alto. Sin embargo, si se consume la cantidad de agua suficiente y el sistema urinario funciona correctamente, la orina suele ser clara (o ligeramente amarilla) y casi no tiene ningún olor.
Algunos olores de la orina son temporales y se deben a causas puntuales, como comer ciertos alimentos. Sin embargo, si ese olor fuerte no desaparece, será necesario acudir a un urólogo con cierta rapidez.
A continuación te presentamos las 10 causas que pueden provocar que tu pipí huela a amoníaco.
Los alimentos ricos en proteínas, como la carne o los huevos, añaden compuestos de nitrógeno a la orina, provocando un olor fuerte. Los espárragos son otro de los alimentos que también influyen en ese aspecto. Si se dejan de comer, debería desaparece ese olor.
Consumir poca cantidad de agua puede provocar que la orina tenga olor a amoníaco, algo que se acentúa si se hace ejercicio y la deshidratación por el sudor es mayor.
No vaciar la vejiga con regularidad hace que la orina se estanque y adquiera ese mal olor e, incluso, un color demasiado oscuro. Si dejaras un recipiente lleno de pipí a temperatura ambiente también olería fuerte.
Una infección renal puede provocar que la orina tenga olor a amoníaco. Suele ser recomendable beber mucha agua y tomar antibióticos. También podría ser culpa de que el riñón estuviera dañado. En esos casos, un nefrólogo será la persona encargada de determinar el mejor tratamiento.
Si una bacteria afecta al tracto urinario o a la vejiga, algo común en las mujeres por su anatomía, la orina suele salir con un olor fuerte.
El hígado es el encargado de eliminar las toxinas del organismo, entre ellas el amoníaco. Si no funciona correctamente como filtro, se reflejará en la orina. Un análisis del perfil hepático determinará si existe algún problema.
El mal olor de orina es algo frecuente durante la menopausia. Puede atribuirse a los cambios hormonales, la dieta o una reducción del consumo de agua, entre otros factores.
Uno de los síntomas de muchas ETS suele ser la orina con olor a amoníaco. Si crees que has estado en contacto con alguien infectado o perteneces a un colectivo sensible, una analítica de enfermedades de transmisión sexual te ayudará a salir de dudas.
Uno de los muchos síntomas que pueden hacerte sospechar que padeces diabetes es el mal olor de orina. El aumento de la sed, la fatiga, la pérdida de peso, tener mucha hambre, la visión borrosa, heridas que tardan en sanar u orinar frecuentemente son otros factores que pueden hacerte sospechar que sufres esta enfermedad, aunque se deberá diagnosticar con una analítica de diabetes.
Algunos medicamentos, suplementos nutricionales o vitaminas pueden provocar que la orina huela a amoníaco, sobre todo si no se bebe el agua suficiente. Antes de frenar cualquier tratamiento, consúltalo con tu médico.
El nefrólogo es el especialista médico que trata las dolencias de los riñones. Si tienes algún problema diagnosticado, es importante que lleves un control de la patología para evitar que ésta empeore.
Si tu médico sospecha que existe alguna alteración en tu hígado y necesita detallar el diagnóstico, un perfil hepático le ayudará a conocer cuál es el origen de la irregularidad y actuar de forma correcta.
El chequeo más completo: un conjunto de diferentes pruebas, como la Clamidia, Gonorrea, VIH (SIDA), Mycoplasma, Sífilis etc.
Si eres un hombre y has notado que algo no funciona en tu aparato reproductor o urinario, ponte en manos de un urólogo y descubre el origen de tu incomodidad. La solución podría ser más sencilla de lo que crees.