Publicado por: Ángel Amilibia Hergueta | ISNI: 0000000517782974
Recientemente se ha estrenado la película ‘Ma ma’ de Julio Medem, la historia de una mujer que se queda embarazada mientras lucha contra el cáncer y decide seguir adelante aunque eso acorte su vida. La película, protagonizada por Penélope Cruz, ha llevado a las pantallas una situación más común de lo que creemos, e inevitablemente ha puesto en boca la posible convivencia entre embarazo y cáncer de mama, retratando en este caso la particular vivencia de una mujer valiente que da una lección de optimismo y lucha.
Si bien no existen datos de incidencia fiables, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) estima que el cáncer de mama afecta a 1 de cada 3.000 a 10.000 mujeres gestantes, siendo así el tipo de tumor maligno que aparece con más frecuencia durante el embarazo, tras el parto o bien durante el periodo de lactancia del bebé. De hecho, es uno de los motivos por los cuales se recomienda realizar una visita anual al ginecólogo, facilitando una detección precoz y un tratamiento más efectivo.
Es importante mencionar que el embarazo en sí mismo no representa un factor de riesgo añadido que pueda favorecer la aparición de un tumor maligno en el pecho, pero sí dificulta su detección, ya que durante la gestación los pechos de las mujeres sufren cambios fisiológicos, aumentan su tamaño y cambian de textura, volviéndose en la mayoría de las ocasiones mucho más densos. Estos cambios suelen dificultar la auto detección de un posible bulto en el pecho, que es como empiezan todos los tumores malignos en esta zona, y por lo tanto, cuando llega a identificarse el cáncer suele ser porque existe mayor afectación de los ganglios y el bulto es ya muy mayor, con lo que suele estar en un estadio más avanzado, lo que empeora el pronóstico.
Para detectar un cáncer de mama durante el embarazo se precisan las mismas pruebas que en una mujer no embarazada. En muchas ocasiones se plantea si resulta conveniente realizar una mamografía, a lo que la postura de la AECC es que no se debe hacer como prueba rutinaria pero no debe obviarse si existen sospechas, ya que supone un mínimo riesgo de exposición a radiación para el feto, siempre que se emplee la protección adecuada. También pueden realizarse ecografías sin ningún problema, así como biopsias para obtener un diagnóstico definitivo.
Está probado que las células tumorales no afectan al bebé, pero, en caso de detección, es preciso que la futura mamá inicie el tratamiento más oportuno en función del estadio del tumor, el avance de la gestación, los propios síntomas de la paciente y sus posibilidades de supervivencia. Además, es importante resaltar que, si bien la interrupción del embarazo no mejoraría el pronóstico, en caso que la paciente precise quimioterapia o radioterapia durante el primer trimestre de gestación, estos tratamientos sí podrían resultar perjudiciales para el feto y en este caso sí se recomienda valorar una posible interrupción del embarazo.
Obviamente, la disyuntiva en elección del tratamiento surge cuando existe un conflicto entre el mejor tratamiento para la madre y el bienestar del feto, ya que se recomienda evitar tratamientos de radioterapia y quimioterapia durante la gestación dentro de lo posible. Por todos estos motivos, el tratamiento más habitual del cáncer de mama durante el embarazo suele ser la cirugía, en concreto la mastectomía radical, es decir, la extirpación completa de la mama. Se opta por esta opción puesto que cualquier otro tipo de extirpación parcial requeriría administrar radioterapia después de la intervención, y solamente se recomienda si dicha radioterapia se puede aplazar hasta después del parto. La intervención en sí misma no supone ningún riesgo para el bebé, ya que la anestesia controlada no afecta ni su estado ni sus constantes.
Lo más relevante tanto en mujeres embarazadas como no embarazadas sigue siendo la detección precoz, ya que si el tumor se detecta a tiempo, las tasas de supervivencia son las mismas tanto en mujeres gestantes como no gestantes.
Además, según los psicólogos de la AECC:
"El hecho de estar embarazadas suele ser más un impulso que un problema para las mujeres. Lo suelen tener muy claro, desean tener a su hijo, sí o sí."
También añaden que:
"Lo más duro es antes, el principio. El impacto del diagnóstico es brutal. La mujer nunca se lo espera, pero menos cuando está embarazada."